Con él se introducía en los hombres y si estos querían vivir, tenían que respirarlo. Y una vez en su interior, el perfume iba directo al corazón y allí decidía de modo categórico entre inclinación y desprecio, aversión y atracción, amor y odio. Quien dominaba los olores, dominaba el corazón de los hombres."
("Perfume: The story of a murderer" de Tom Tykwer)