Hoy no quiero hablar de películas, sino de una obra de teatro, de un libro. ¿Y por qué hoy? No por ser el día D, sino porque estoy convencida que para combatir cualquier cosa, hay un instrumento muy poderoso que se llama: educación.
Cuando una mujer se conoce completamente, con todos sus claroscuros y se acepta, se respeta, se quiere, es mucho, mucho más probable que no permita ciertas situaciones. Y cuando una mujer así, crece a un niño que luego será un hombre, éste no podrá actuar de diferente manera. Porque no sólo no la golpeará, sino que no ejercerá ningún tipo de violencia y ella tampoco lo permitirá. Ella no dejará que la menosprecien, ni que la degraden o humillen de ningún modo; no dejará que una vez adulta le digan qué debe hacer, que se impongan a su voluntad, que le quiten algún derecho.
Eduquémonos. Conozcámonos. Seamos conscientes de nosotras mismas. Querámonos y respetémonos, y así seremos capaces de hacer que el otro, que los otros, lo hagan. Educación, esa es la clave.
Aún no se había publicado esta entrada (ya que Blogger hoy me está haciendo muy complicado todo), y siendo las 20:00 aquí en Italia, se ha confirmado la noticia de la muerte de Diego Armando Maradona. No se puede negar que a veces las cosas tienen una cómica casualidad, eso si alguien cree en ellas. Pero no voy a ponerme aquí a debatir de él como hombre, ni como marido, ni como padre, ni como nada; de ello se encargarán quienes se crean con los méritos y capacidades, yo no soy juez de nadie. Aquí, como amante de este deporte, sólo haré mención del brillante jugador de fútbol que tantas alegrías nos ha dado... gracias por ese extraordinario gol, jamás ningún otro me ha emocionado tanto y lo he gritado más. Descansa en paz, finalmente.