miércoles, 23 de febrero de 2022

"El niño que domó el viento"


Es desde que se estrenó esta película que la tengo entre los títulos pendientes y la semana pasada me decidí finalmente a verla... y obviamente me quedé pensando.

¿Cuánto es importante la educación para un individuo? Yo diría que muchísimo. Sin sombras de duda, el acceso a la educación es uno de los principales derechos humanos. Conocer, aprender, es algo que te cambia la vida. Tengo grabado en la memoria, como una de las expresiones más maravillosas del mundo, el rostro infantil la primera vez que logra leer por sí mismo... es el descubrimiento de un sinfín de puertas; puertas que se abren a un sin número de universos. Esta película cuenta una historia que demuestra cómo aprender puede cambiar el propio rumbo y, tal vez, el de los que te rodean también.

Cuando terminé de verla y escuché al verdadero protagonista de la historia, William Kamkwamba, recordé una entrevista de un viejo dictador que decía -palabras más, palabras menos-, que "una persona mala podía volverse buena, pero que un bruto siempre quedaría bruto" ...todo el contrario de lo que pienso, de lo que creo, de lo que siento. Si la educación, si el conocimiento, no tiene el poder de cambiar al ser humano, así como el más grande amor, ¿qué lo tiene?