Las debes tomar y basta.
Debes tomarlas y besarlas, y no darles el tiempo de pensar.
Tienes que cancelar, con un abrazo que quita el respiro, aquellos miedos que te sabrán confiar sólo una vez, en voz baja, susurrando apenas.
Porque se avergüenzan de las propias debilidades y, después de haberlas contado, se atormentarán (en una agonía lenta y silenciosa) a la idea que descubriendo su lado humano y mostrándose frágiles y necesitadas por un pequeño jodidísimo instante, verán tu espalda voltearse y tus pasos alejarse.
Por lo cual, tómalas y ámalas.
Ámalas vestidas y sin maquillaje, que a desvestirse son todas buenas.
Ámalas indefensas y sin maquillaje, porque no sabes cuánto los ojos de una mujer puedan encontrar escudo detrás de un velo de rimel.
Ámalas dormidas, y un poco magulladas cuando el sueño las arruga.
Ámalas sabiendo que no tienen necesidad, saben bastar a sí mismas... pero justo por esto, sabrán amarte como ninguna antes que ellas."
(Palabras de Alda Merini, traducidas por mí)
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