"(...)Frecuentemente el hombre joven se angustia: ¿cómo insertarse en esa plenitud? Ninguna gota de agua le falta al mar. Antes de su nacimiento la humanidad estaba exactamente tal plena, y permanecerá tan plena si él muere. No puede disminuirla ni aumentarla, lo mismo que el punto no puede acrecentar la longitud de la linea. No se siente para nada como un engranaje en una máquina precisa; por el contrario, le parece que ningún lugar del mundo le está reservado: está demás por todas partes, Y en efecto, su lugar no está marcado de antemano en hueco como una ausencia: ha venido antes que nada. La ausencia no precede a la presencia, es el ser el que precede a la nada y es solamente por la libertad del hombre que surgen en el corazón del ser los vacíos y las carencias [...] En cada hombre, la humanidad vuelve a partir. Y es por eso que el hombre joven que busca su lugar en el mundo no lo encuentra de antemano y se siente desamparado, inútil, sin justificación. Haga ciencia, poesía, construya motores, se trasciende, trasciende la situación dada; pero no se trasciende para la humanidad, es la humanidad la que se trasciende a través de él. Esa trascendencia no es ´para´ nada: es. La vida de cada hombre, la humanidad entera, aparecen así, a cada instante, como absolutamente gratuitas, como no siendo exigidas ni llamadas por nada: su movimiento crea exigencias y llamados a los cuales no se responde sino por la creación de exigencias nuevas. Ningún cumplimiento es siquiera imaginable.(...)"
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